En el trabajo, en casa, en la universidad, ¡y en todos lados! Tenemos a nuestra disposición un mundo de herramientas para mantenernos conectados, cosa que ni nuestros padres, ni nuestros abuelos podrían haber imaginado.
Diariamente, nos enfrentamos a un mar de mails, chats, reuniones, newsletters, WhatsApp, video llamadas, y un sinfín de métodos que llegaron para facilitarnos la vida y mantenernos más y mejor comunicados. ¿O no?

La comunicación, un desafío recurrente
Si bien en las empresas existen varias vías de comunicación y difusión de información, la realidad es que la comunicación interna va más allá de ser sólo una manera institucional de compartir noticias, manuales internos o indicaciones, sino que requiere de esfuerzos compartidos, interacción y participación para ser exitosa. Y es que, en definitiva, la comunicación organizacional también es generar sentido, identidad y cohesión de equipo.
Cuando se logra una comunicación óptima entre todos en la organización, nos permite estar actualizados, que cada uno sepa hacia donde vamos, refuerza la confianza y el sentido de pertenencia, y hace que el trabajo de todos fluya con coordinación. Además, nos conecta más allá de las tareas, con una cultura y valores que compartimos.
Pero entonces… ¿Por qué cuesta tanto?
A pesar de los esfuerzos constantes y la infinidad de herramientas que usamos diariamente, es cierto que existen muchos factores que influyen en cuán sólida puede llegar a ser nuestra comunicación. A veces, pequeños actos que son en apariencia inofensivos dificultan lograr esa solidez. Algunos ejemplos:
- Falta interacción
- Se deja “para después” lo que no se considera urgente
- Se evita asistir a eventos o reuniones que no son obligatorias
- Se comparte demasiada información en poco tiempo
- No hay una definición clara de qué canal se usa para qué
- Y un largo etc. (seguro ya estás pensando en alguno que te ha pasado)
Una buena comunicación transforma la experiencia laboral
La comunicación efectiva se construye de forma colaborativa. No depende solo de un área o de ciertos roles, sino que cada persona tiene un impacto real en cómo influye la información y cómo nos entendemos.
¿Qué podemos hacer para fomentar una comunicación sólida, efectiva y participativa, desde el lugar que nos toca ocupar?
Algunas cosas no insumen mucho tiempo, pero pueden marcar una gran diferencia:
Si te toca liderar el equipo
- Da el ejemplo: lee las comunicaciones que te llegan, respondé, comentá, reaccioná, compartí. Cuanto más te vean hacerlo, más se va a naturalizar en tu área.
- Escuchá activamente y abrí espacios de diálogo.
- Validá ideas, reconocé el trabajo bien hecho, trasmití con claridad lo que necesitas de ellos.
- Participá de charlas, actividades de integración, almuerzos compartidos, capacitaciones In Company. Hacete un tiempo en tu agenda y en la de tu equipo, y fomentá que ellos también participen de estas actividades.
Como integrante del equipo:
- Leé lo que se comparte por diferentes vías (mail, whatsapp, teams, LinkedIn, Blogs, plataformas como Moodle, etc.)
- Usá los canales disponibles para estar informado/a, consulta lo que no sabes, proponé canales alternativos si se te ocurre alguno divertido y adaptable a la organización.
- Participá en las instancias que se coordinan, aprovéchalas para interactuar con compañeros que no solés ver muy seguido.
- Reaccioná o contestá los mensajes, para que el otro sepa que lo leíste, y hacete un tiempo para contestarles en cuanto puedas.
Pequeños cambios, grandes resultados
No hace falta cambiar todo lo que venimos haciendo, sino ser más conscientes de nuestro entorno y ajustar pequeños hábitos que mejoran enormemente el día a día.
La buena comunicación es parte del éxito, tanto personal como profesional. Cuanto mejor nos comunicamos, nos convertimos en una organización más ágil, humana y preparada para crecer.